1.2. Conceptos de desarrollo y diversificación de líneas de acción en el Campo Organizacional de la Música

1.2.1. Enfoques del desarrollo y su relación con la cultura

En el campo de las políticas públicas, el concepto de desarrollo se usa desde mediados del siglo XX, asumiendo diferentes significados a lo largo del tiempo, así:

Entre las décadas del cincuenta y del sesenta se habla de crecimiento económico: las políticas públicas se orientaron a la búsqueda de estrategias y mecanismos para que las economías nacionales crecieran; esto implicaba la explotación intensa de recursos naturales, el crecimiento de la industria, el desarrollo de la agricultura, la optimización del uso de la mano de obra, construcción de infraestructuras, etc. (Cuéllar y Moreno, 2009, pág. 86).

Posteriormente se considera que el progreso y crecimiento económico no son suficientes en sí mismos, y que es necesario promover lo que se denominó “aspectos sociales”. En ese momento se empezó a utilizar el término desarrollo. No obstante, el énfasis seguía siendo el crecimiento de las economías nacionales. Los llamados “aspectos sociales” eran el ingrediente necesario para lograr que las comunidades se sintonizaran con la necesidad de crecimiento: se les convocó a participar y se realizaron diversas campañas educativas, campañas de salud, mejoramiento de viviendas, construcción de escuelas, etc. (Cuéllar y Moreno, 2009, pág. 86).

Hacia mediados de los años setenta, y debido principalmente a la crisis del petróleo, el concepto de desarrollo como crecimiento económico y progreso social es cuestionado, pues se considera que no se tienen en cuenta aspectos como el medio ambiente. Así, se acuña el término desarrollo sostenible, definido como el logro de crecimiento económico y progreso social sin agotar todos los recursos, o en todo caso preservando algunos para las futuras generaciones (Cuéllar y Moreno, 2009, pág. 87).

El éxito o fracaso de las políticas públicas enmarcadas en estos conceptos de desarrollo se mide a través de indicadores como el Producto Interno Bruto o del Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas.

A comienzos de la década del noventa, a partir de los aportes del economista hindú Amartya Sen (Bedoya Abella, 2010, pág. 282), se hacen serios cuestionamientos a este concepto de desarrollo, bajo el argumento de que la humanidad es más compleja, que es necesario considerar otras dimensiones y que el desarrollo de los países no puede reducirse al crecimiento económico y a la satisfacción de Necesidades Básicas. Además, bajo la premisa de que es necesario incorporar otros indicadores que den cuenta de los avances o retrocesos de las políticas públicas que promueven el desarrollo. Se propone entonces, el concepto de Desarrollo Humano, y para medirlo el Índice de Desarrollo Humano, el cual está compuesto por tres indicadores: longevidad (esperanza de vida al nacer), nivel educacional y nivel de vida —PIB per cápita— (PNUD, 1990, pág. 36). Aunque se mantienen fundamentos de desarrollo como crecimiento económico, los énfasis cambian y se enfocan en los seres humanos antes que en la economía nacional.

Esta forma de medir el Desarrollo Humano se pone en práctica desde 1991, con la elaboración del primer Informe de Desarrollo Humano, por parte de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

En el año 2004, la UNPD publica el Informe de Desarrollo Humano “La Libertad Cultural en el Mundo Diverso de Hoy”, el cual argumenta que, aunque se han hecho esfuerzos por ampliar las oportunidades que tienen las personas para expandir sus posibilidades en lo social, político y económico, aún es necesario que se aborde otra dimensión: la libertad cultural, necesaria para que las personas puedan optar por ser lo que quieren ser, y para que “puedan vivir de la manera que desean”.

Para resumir, existen dos tendencias dominantes sobre desarrollo: una que lo relaciona con el progreso social, el crecimiento económico y la satisfacción de necesidades básicas, y se centra en el tener; y la segunda lo relaciona con la inclusión de otras dimensiones del ser humano, como la participación y la libertad, y se centra en el ser. A consideración del autor las dos son necesarias. La primera evita que construyamos castillos de arena, y la segunda nos acerca al tema cultural, al papel de la cultura frente al desarrollo y, sobre todo, a la necesidad de formular políticas públicas que se orienten al desenvolvimiento pleno de la cultura.

Ahora bien, cuando se aborda la relación entre cultura y desarrollo, también se pueden encontrar tendencias y tensiones. La tensión más evidente es aquella entre: a) la tendencia a ver la cultura como medio para lograr el desarrollo; y, b) la cultura como parte del desarrollo, como componente intrínseco del mismo.

Así, desde la perspectiva de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés), la cultura es un nuevo recurso para generar crecimiento económico y social. El modelo que plantea, consiste en articular procesos creativos, culturales, económicos y tecnológicos, con el propósito de generar ingresos, empleo y ganancias por exportación. Se supone que este modelo, a manera de ondas, impacta aspectos como la inclusión social, la diversidad cultural y el desarrollo humano (UNCTAD, 2008, pág.41).

Figura 1. Relación creativa: el modelo C-ITET


Fuente: Adaptado de UNCTAD. Creative Economic Report, 2008 . Pág. 41.



  • Descripción de los inventarios de bienes culturales e industrias creativas.

  • Estrategias de negocios y financiación de PyMEs (ej. micro-financiación).

  • Legislación y protección de los derechos de autor.

  • Apoyo a los artistas y las artes, tanto de forma directa (a través de fondos) como de forma indirecta (incentivando el apoyo del sector privado).

  • Conservación del patrimonio cultural tangible e intangible.

  • Expansión de la capacidad y el conocimiento especializado digital.

  • Desarrollo de mercado, tanto doméstico como de exportaciones.

  • Promoción del turismo.

  • Educación, capacitación y entrenamiento.

  • Asistencia a la industria (ej. a través de incentivos a la inversión, concesiones fiscales, etc.).


Este es un buen ejemplo de la tendencia a ver y enfocar las políticas culturales como medios para lograr el desarrollo. Aquí, la cultura tiene un papel instrumental: es útil para el crecimiento económico. Las expresiones culturales, los objetos simbólicos, el patrimonio y la música serían objeto de política pública, sí y sólo sí, pueden ser transformados y empaquetados como productos que se pueden intercambiar en el mercado. La descripción del asunto parece caricaturesca, pero es necesaria, ya que desde este enfoque de la cultura como instrumento, pueden derivarse políticas públicas que sólo promuevan aquellas expresiones que tienen potencial de mercadeo y de retorno financiero. Es desde estos discursos que se plantea la política pública como industria cultural, empresa cultural, etc. Pero, ¿cómo entrarían aquí las músicas indígenas, el bambuco viejo del Pacífico, la chirimía del río Napi, las décimas, los cantos de vaquería, entre otras músicas que no se promocionan ni se comercializan?

La segunda tendencia, aquella que nos dice que la cultura en sí misma es parte del desarrollo, es más compleja y no es abordable fácilmente desde la política pública. Las discusiones sobre este tema se han enfocado desde la perspectiva de derechos, pero, aunque se pueden rastrear documentos que discuten esta tendencia al menos desde 1970, es solo hasta el año 2007 cuando, en la Declaración de Friburgo sobre los derechos culturales, se tienen instrumentos que permiten a la Sociedad Civil y al sector público generar ordenamientos y políticas para la realización, ejercicio y respeto por estos derechos.

Este enfoque también tiene sus extremos o posiciones radicales. Así, en la Primera Conferencia Intergubernamental sobre los Aspectos Institucionales, Administrativos y Financieros de las Políticas Culturales en 1970, se planteaba que la tecnología y los medios masivos de comunicación pueden representar una amenaza a la cultura.

  • Al derecho del individuo a la cultura le es consustancial el deber de los poderes públicos de otorgarle los medios para ejercer este derecho.

  • Derecho del hombre a participar en la vida cultural de la comunidad. Así mismo, ubica al hombre como agente y fin del desarrollo.

  • Existen los derechos de las culturas nacionales, es decir el derecho de una comunidad, de uno o más pueblos a tener su cultura propia y desarrollarla.

  • La libertad de ejercer, de acuerdo con los derechos reconocidos en la Declaración, las propias prácticas culturales, y de seguir un modo de vida asociado a la valorización de sus recursos culturales, en particular en lo que atañe a la utilización, la producción y la difusión de bienes y servicios (Declaración de Friburgo, pág. 6 ).

  • La libertad de desarrollar y compartir conocimientos, expresiones culturales, emprender investigaciones y participar en las diferentes formas de creación y sus beneficios(Declaración de Friburgo, pág. 6 ).

  • El derecho a la protección de los intereses morales y materiales relacionados con las obras que sean fruto de su actividad cultural (Declaración de Friburgo, pág. 6).

  • En el marco general del derecho a la educación, toda persona, individual o colectivamente, tiene derecho, a lo largo de su existencia, a una educación y a una formación que, respondiendo a las necesidades educativas fundamentales, contribuyan al libre y pleno desarrollo de su identidad cultural, siempre que se respeten los derechos de los demás y la diversidad cultural (Declaración de Friburgo, pág. 7).

  • Velar por el respeto de los derechos culturales, y desarrollar modos de concertación y participación, con el fin de asegurar su realización, en particular para las personas desaventajadas por su situación social o de pertenencia a una minoría (Declaración de Friburgo, pág. 8).

  • Asegurar en particular el ejercicio interactivo del derecho a una información adecuada, de manera que los derechos culturales puedan ser tenidos en cuenta por todos los actores de la vida social, económica y política (Declaración de Friburgo, pág. 9).

  • Velar para que los bienes y servicios culturales, portadores de valor, de identidad y de sentido, así como todo el resto de bienes en la medida en que tengan una influencia significativa sobre los modos de vida y otras expresiones culturales, sean concebidos, producidos y utilizados de manera que no atenten contra los derechos enunciados en la presente Declaración (Declaración de Friburgo, pág. 9).

  • Considerar que la compatibilidad cultural de los bienes y servicios es muchas veces determinante para las personas en situación de desventaja debido a su pobreza, aislamiento o pertenencia a un grupo discriminado (Declaración de Friburgo, pág. 9).

Para resumir, este enfoque de la cultura como parte indisociable del desarrollo, ofrece las siguientes pistas (desde la perspectiva de Amartya Sen) para enmarcar políticas que contribuyan al desarrollo de prácticas, agentes y procesos del campo musical:

Por tanto, se deben fomentar políticas que permitan a las personas desarrollar su creatividad. La vía para lograrlo es a través de la educación y de los procesos de formación, pero también de la información. La pregunta a resolver es: en un contexto determinado, ¿cuáles son los procesos de formación que resultan pertinentes para desarrollar la creatividad de las personas?, ¿qué tipo de información requieren las personas para traducir la creatividad en bienestar, para ampliar sus horizontes de posibilidad y aspiración?, y ¿qué acciones deben desarrollar actores públicos, privados y de la Sociedad Civil para que, en contextos específicos, se generen entornos propicios para el desarrollo de la creatividad, y de la apropiación y transformación de esos contextos de acuerdo a las aspiraciones de las personas?

... y valorar diversas opciones de desarrollo, pero también aporta juicios estéticos, de gusto y de consumo. Las preguntas que surgen entonces son: ¿qué es lo que las personas valoran?, ¿qué les ayuda a ser lo que quieren ser?, y ¿qué acciones de política se deben definir para que las personas tengan una gama amplia de opciones de elección de acuerdo a su cultura y no de acuerdo a lo que diga la televisión, la radio o la internet?

Sería torpe hacerlo. La cultura también es vehículo, es medio para el crecimiento económico y para el bienestar de las personas; es entretenimiento, tiene la capacidad de aglutinar a las personas, de generar espacios de convivencia, genera empleo y genera empresa. Las preguntas a resolver son: en un contexto determinado ¿qué potenciales o recursos culturales se pueden transformar en bienes y servicios?, ¿qué demandas económicas o sociales se puedan satisfacer a través de la cultura?, ¿cómo revitalizar o posicionar un territorio a través de su legado cultural?, ¿cómo institucionalizar espacios y dinámicas culturales de manera que generen identidad al tiempo que permitan la generación de empleo e ingresos?, ¿cuáles son los agentes involucrados en procesos de producción cultural y cómo se pueden vincular para que optimicen sus procesos productivos?, y ¿cómo puede aportar la cultura a resolver problemas sociales?


1.2.2. Diversificación de líneas de acción

¿Qué relación tiene todo esto con las posibilidades de ampliación de oportunidades de desarrollo en el campo de la música?, ¿cómo este acercamiento al concepto de desarrollo contribuye a identificar pautas de acción para que los actores del campo musical identifiquen diversas y más amplias líneas de acción?

Ante estos interrogantes se hace necesario plantear un enunciado que defina el desarrollo musical desde la perspectiva de política pública, para lo cual se propone:

Conjunto de programas, proyectos, procesos y procedimientos que amplían las capacidades y generan oportunidades para que los agentes y prácticas del campo musical puedan participar activamente en la dinámica cultural, social, económica y política de sus territorios, con el objetivo de lograr su dignificación, bienestar, productividad, reconocimiento, apropiación y visibilización.

Este concepto involucra las siguientes dimensiones:

  • Participación

  • Productividad

  • Dignificación

  • Bienestar

  • Capacidades

  • Oportunidades

  • Apropiación

  • Reconocimiento

La definición o significado de cada una de ellas depende de las características de cada territorio, departamento o región. Por ejemplo, el reconocimiento tiene distintos alcances si se es una cantadora del Pacífico Sur o un músico tradicional de la región de los llanos; las capacidades requeridas para posicionar una práctica colectiva de bandas de viento pueden ser distintas a aquellas necesarias para hacer lo mismo con una banda de rock; las dinámicas de apropiación de un festival de música andina pueden ser diferentes de las de un festival de jazz; y las oportunidades y espacios de circulación para las “músicas del mundo” son distintas de aquellas disponibles para una orquesta de baile, etc.

No obstante, estas dimensiones (independiente de su alcance en contextos determinados) ayudan a identificar ejes o líneas de acción que, tanto desde la política pública como desde la práctica cotidiana de diversos agentes relacionados con el campo de la música, refuercen los impactos sociales, económicos y culturales que se generan desde el campo de la música.

Se propone que dichos ejes se articulen en tres grandes categorías:

El desarrollo musical, desde la perspectiva de derecho, ubica las políticas públicas en una categoría que incluiría las dimensiones de participación, dignificación, apropiación y reconocimiento. Se consolida como una categoría transversal, que afecta los procesos creativos, productivos, comunicacionales, expresivos y orientadores del campo de la música. La estructuración de lineamientos de política pública y de acciones estratégicas desde el sector musical estaría restringida al cumplimiento de las siguientes condiciones mínimas:

  • Resultan pertinentes a contextos geográficos, culturales, sociales, poblacionales y económicos específicos. Es decir, aprovechan el potencial creativo y productivo de un territorio determinado.

  • Tienen la capacidad de transformar diversos procesos creativos en bienestar para las personas. Tanto de aquéllas involucradas directamente en dichos procesos, como de aquéllas que los disfrutan o aprovechan, bien sea en forma de creaciones y expresiones culturales o en forma de bienes y servicios.

  • Permiten ampliar horizontes de posibilidad para las personas. Es decir, les permiten soñar, imaginar y proyectar situaciones que mejoren cualitativamente condiciones que puedan atentar contra la dignidad, la posibilidad de participación o el logro de reconocimiento de las personas.

  • Tienen la posibilidad de dar respuesta a las aspiraciones de las personas.

El desarrollo musical, desde la perspectiva de ampliación de capacidades, relaciona las políticas públicas con la categoría de libertad cultural e incluye las dimensiones de capacidad y oportunidad. Es una categoría asociada con la libertad de elección de las personas y con la ampliación de sus opciones de desempeño. Afecta condiciones de valoración de lo que se es y de lo se aspira ser, de afirmación de diversos valores; también afecta la posibilidad que tienen las personas de construir proyectos de vida desde la música o desde su relación con ella. La definición de líneas de política pública desde esta categoría pasa por las siguientes condiciones:

  • Reconocen y son sensibles a aquello que las personas valoran desde sus contextos de creación y producción. Es decir, se definen y estructuran teniendo en cuenta el sustrato social y cultural de un territorio determinado.

  • Facilitan que las personas hagan elecciones de acuerdo a aquello que quieren ser.

  • Se definen e implementan generando entornos de respeto, reconocimiento y valoración de los actores involucrados.

El desarrollo musical, desde una perspectiva que asume la música como elemento pragmático o útil, relaciona las políticas públicas con las posibilidades de desempeño profesional, la proyección personal, la cohesión social, el aporte económico, etc., e incluye las dimensiones de productividad, bienestar y oportunidad. Es una categoría relacionada con factores como el bienestar de las personas, el fortalecimiento de dinámicas sociales y comunitarias, la estructuración de espacios de convivencia, la creación de empresa y de empleo, la generación de ingresos. La estructuración de líneas de política de desarrollo musical desde esta categoría debe cumplir las siguientes condiciones mínimas:

  • Propician que los actores del campo musical tengan acceso a información que les resulte pertinente y de utilidad y que dicho acceso sea abierto y directo, sin mediaciones.

  • Identifican y proyectan procesos de formación y cualificación para el desarrollo de habilidades específicas para el desempeño laboral, la creación de empresa y la viabilización de iniciativas productivas de actores relacionados con el campo de la música.

  • Identifican y desarrollan estrategias para que diversos actores relacionados con el campo de la música tengan acceso a diversos capitales (financiero, social, cultural, etc.).

  • Ofrecen orientación práctica para que los actores del campo musical, ubicados territorialmente, diversifiquen su oferta de bienes y servicios.

  • Logran identificar diversas demandas que pueden ser satisfechas con productos y servicios del campo musical.

  • Generan entornos de tipo normativo, político y económico para que actores del campo de la música desarrollen alianzas y encadenamientos productivos que fortalezcan al sector musical.


Figura 1. Relación creativa: el modelo C-ITET